Por aquel entonces andaba, supongo que como bastantes de los chicos de esa edad, un poco perdida cuando intentaba aclararme sobre a qué quería dedicarme; poco a poco se acercaba el final del curso, cuando tendría que decidir si me decantaba por las Ciencias de la Salud o Tecnología, las Letras, las Ciencias Sociales o las Artes.
Había cambiado muchísimo de opinión: que si Fisioterapia, Psicología, Magisterio... ¿o sigo adelante con las clases de piano y canto y persigo mi sueño de convertirme en una cantante famosa? Era una adolescente con la cabeza hecha un lío.
Un día, en una de las clases de Educación a la Ciudadanía, me enteré de la existencia de los voluntariados y supongo que fue ese día el que marcó el antes y el después en mi vida. Me gustó tanto la idea que no tardé mucho en buscar información sobre todo lo que podría encontrar en mi ciudad relacionado con el tema y apuntarme al voluntariado que más me llamó la atención. Formé parte de él hasta que el curso terminó y nunca me había sentido tan bien y realizada.
Durante ese tiempo, analizando una por una las carreras existentes y a mi disposición territorial, me percaté del Grado en Educación Social y tras buscar información, me di cuenta de que estaba muy relacionado con todo lo que respecta a los voluntariados y a dedicar mi vida a hacer el bien por los demás, a sacarles sonrisas. No di mucho paso a la duda, y decidí casi sin pensarlo que quería dedicar mi vida a eso. Han pasado ya 5 años, he comenzado a estudiar el Grado, y no puedo estar más satisfecha por haber tomado la decisión de tomar el camino de la Educación Social.
Fuente: http://gomaral.wordpress.com/category/informacion-sobre-la-educacion-social/
